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viernes, 3 de abril de 2015

XII.-DESDE EL CULTIVO DE LA INTERIORIDAD A LA COMPETENCIA ESPIRITUAL.

"Cuentan los indios lakota que cuando Wakan Tanka hubo dispuesto las seis direcciones (el Este, el Sur, el Oeste, el Norte, arriba y abajo), quedaba todavía por fijar la séptima. Wakan Tanka sabía que esa última dirección –la de la sabiduría- sería la más poderosa, y quería situarla donde no fuera fácil dar con ella. Por ello eligió un lugar en el que no suelen pensar los seres humanos: el corazón de cada uno. Desde entonces ésa es la dirección de la sabiduría.
En esta obra María Fradera (maestra y profesora de yoga) y Teresa Guardans (doctora en Humanidades) unen conocimientos y esfuerzos, poniéndolos al servicio de la educación de la dimensión interior. Las autoras forman parte del equipo didáctico de CETR. (Un acercamiento laico a las tradiciones religiosas).

Para ayudar al desarrollo interior de los niños será necesario el cultivo de aquellas capacidades que permiten recorrer los caminos de la sabiduría y que tienen por objetivo favorecer aquella “séptima dirección” –la de la sabiduría- que según cuenta la tradición del pueblo lakota, apunta hacia el interior del ser humano.
En la introducción de este libro podemos leer: "Seis son las direcciones de la necesidad. La séptima, la de la gratuidad. Seis direcciones nos facilitan todo lo que necesitamos para sobrevivir: unas direcciones que dan forma al mundo y a las capacidades de los seres vivos. La séptima es otro cantar: es una invitación, una puerta abierta, una posibilidad viva. La séptima es poderosa, es transformadora.

Es la séptima dirección, la que nos permite ser, en verdad, seres humanos. Una dirección –en cierto modo– escondida, una dirección que hay que encontrar...
Y, para encontrar, hay que buscar. Una búsqueda que –en este entorno– significa desarrollar o alimentar lo que le da solidez, consistencia; y también todo aquello que pueda facilitar el desplazamiento del centro. Buscar es hacer posible que la séptima dirección se convierta en el eje del existir.
Ir en pos de la séptima dirección es cultivar la capacidad de atención sostenida, de observación, de escucha, de silenciamiento: la atención que nos permitirá engendrar el interés por lo que existe, por sí mismo, distinta de aquella otra que ayuda a detectar lo que pueda satisfacer unas necesidades... Es hacer lo posible por ver y transmitir que la realidad no es un escenario plano, inerte, domesticado: es espolear la interrogación, la capacidad de maravilla. Es huir de las respuestas cerradas, de las etiquetas fáciles, de las recetas.

Buscar la séptima dirección es mirar porque la vida se lo merece. Escuchar por que sí, porque vale la pena, jugar, amar... una larga lista que, al fin y al cabo, no es otra cosa que optar por "vivir porque merece la pena”. O lo que es lo mismo: hacerle un hueco a la gratuidad de corazón, de mente y de acción. Es dejar fluir aquella corriente interior que, nacida en las profundidades del existir, desemboca en el reconocimiento y en el agradecimiento.
Buscar la séptima dirección es, también, favorecer la autonomía personal. Que las decisiones se apoyen, cada vez más, en la certeza interior, en el sabor de verdad, en la reflexión compartida e individual. Es valorar la fortaleza, los intentos y el ánimo de reto más que la perfección de unos resultados. Es transmitir que el verdadero éxito reside en la constancia: revisar, modificar, insistir... Al mismo tiempo, es aprender a reconocer la grandeza de la pulga. Porque somos pulgas. Y mi grandeza, la de cada uno, no proviene del papel de primeros actores en el centro del escenario, sino de aquello que trasciende cualquiera de esos papeles...
Ir en pos de la séptima dirección es también desarrollar las herramientas que nos harán capaces de saborear el legado de sabiduría de tantas y tantas generaciones. Es decir,  familiarizarnos con el lenguaje simbólico, el lenguaje de la poesía y de la búsqueda espiritual, el lenguaje del arte y de la música...: hacer nuestros todos aquellos lenguajes que no tienen por finalidad describir cómo funcionan las cosas, sino abrir caminos para poder indagar sobre su valor.
Porque la séptima dirección es precisamente eso: aquella orientación que nos permite darnos cuenta del valor de todo lo que existe y, haciéndolo, genera reconocimiento, gratitud, produce ese movimiento interior que ensancha los corazones y transforma las miradas. Es, en verdad, la dirección de la sabiduría".

En esta línea apunta una de las actividades más punteras en casi todos los  colegios concertados. Me estoy refiriendo la la llamada reflexión de la mañana, que suele terminar con una oración para ayudar a los alumnos a ver el mundo con los ojos de Jesús. En el siguiente enlace podremos encontrar una carpeta titulada EL ALZAR DE MI VOZ que nos ofrece subsidios en forma de PPT para reflexionar interactuando con ellos e invitando a la oración, también, a través de la canción.  

Si tenéis problemas de acceso, copiad este vínculo en una página en formato Word o en una diapositiva en activo de PPT y tendréis un acceso rápido e impecable.  Suerte. 
Crispín Megino Rillo
618 74 29 69 crispin.megino@gmail.com

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